Se reveló la propuesta presupuestal para la Universidad de la República por parte del gobierno y, como todos los años desde 2019, se trata de una reducción.
Desde hace diez años, la matrícula de estudiantes de Udelar no para de crecer y con ese mismo crecimiento, no ha parado también su proceso constante de descentralización y de extensión universitaria, que la han mantenido como una institución central en la vida social del país. Ante este aumento de estudiantado y objetivos, la institución se encuentra cada vez más necesitada de recursos que no ha logrado obtener desde el oficialismo. Ante un incremento en las necesidades de la Universidad, que nace de un mayor rendimiento en las tres funciones que tiene asignadas (enseñanza, investigación y extensión universitaria), las autoridades de la institución se ven presionadas a hacer cada vez más, con menos. Esto se traduce en la reducción de horas docentes por estudiante, salarios reales menores, menos llegada a la población del interior del país y menos resultado académico y científico en general. Se retrocede también, en la democratización efectiva del acceso a la educación, y con ello se vulnera el derecho inherentemente humano a desarrollarse académicamente.
Este año la rendición de cuentas no presenta articulado específico para Udelar, ni prevé una asignación presupuestal adicional, lo que representa una disminución del 2,6% hacia 2024 según el documento “Universidad Rinde Cuentas-Rendición de Cuentas 2022 Udelar”. Una petición equivalente a 114 millones de dólares hecha por la institución se enfrenta a una tendencia hacia la reducción, que, según las autoridades universitarias, atenta con congelar proyectos e iniciativas de desarrollo impulsadas desde dicha casa de estudio.
¿Qué otra lectura puede darse a esta tendencia más que la obvia? Un gobierno declarado opositor de la iniciativa pública, que ha demostrado sus ínfulas controladoras a través de su recorte educativo y su actuación general, se niega a proporcionar recursos a la Universidad de la República y de facto la detiene en su acción como actor social. Es una demostración más de las consecuencias un modelo de país de “cambio”. Un retroceso premeditado y duro en todo lo que implique marcar presencia estatal, y, particularmente, en todo lo que implique achicar la brecha entre quienes pueden acceder a la educación terciaria y quienes lamentablemente aún no pueden hacerlo. Otra vez más, la Universidad tiene que conformarse sin ganar absolutamente nada.